viernes, 25 de enero de 2019

🐍 Álvaro Uribe Vélez | y por qué hay gente que aún lo extraña

Muchas personas en Colombia quisieran que Álvaro Uribe Vélez volvier a ser Presidente del país. Hay un sector enorme de nuestra población que considera que fue y, según dicen, sigue siendo una persona con carácter, mano fuerte y recia contra los violentos y es alguien al que le cabe el país en la cabeza. De manera que el sueño de que vuelva a ser el máximo líder del ejecutivo sigue recorriendo muchos rincones del país.

Uribe fue un mal necesario, dicen otros pues gracias a su política de seguridad democrática logró 'arrinconar' a la guerrilla de las FARC hecho que posteriormente los obligó a sentarse a la mesa de negociación con el Gobierno de Juan Manuel Santos, quien finalmente firmó la paz definitiva con ese grupo subversivo.

Uribe Vélez es hoy objeto de muchas controversias, que no acotaré acá pero que la mayoría ya conoce. Por tal motivo es prudente preguntarse los motivos por los que algunos sectores de la población colombiana desean, con un fervor casi religioso, la vuelta de Uribe 3.0

Ello tornaría un extenso análisis que no se pretende en este espacio, pero si cuestionar esas razones.


Este hecho es sin embargo sintomático de un atraso cultural y político muy profundo que ha llevado a nuestro país a unos niveles de orfandad colectiva que se convierte en el caldo de cultivo ideal para el surgimiento de este tipo de caudillismos  que en el fondo pretenden ser sistemas totales disfrazados de democracia. Uribe quiso implantar el orden a través de las armas, pasando varias veces por encima de la legislación, usando vías de hecho para lograr obetivos políticos, y las más de las veces personales, aplicando una lógica de líder absoluto que atropellaba de frente al Estado de derecho.

Entre las muchas cosas que había de esto en su gobierno, existía una frontal persecución a la oposición, utilizando inteligencia militar y los organismos de seguridad para vigilar a los contrarios a su Régimen. Así como la persecución a líderes sociales y organizaciones que ingenuamente u odiosamente se vincularon con las guerrillas.


Tal odio irracional por todo lo que tuviera tufillo a ir contra la corriente de la idea de país que se quiso implantar, fue objeto de manipulaciones, vejaciones, infundios y montajes siniestros para no perjudicar los intereses de otros sectores del país que abogaban por un sometimiento de los actores armados fuera de la Ley, por beneficios que favorecieran exclusivamente a ciertos sectores económicas y por una entrega, casi sin condiciones, a la máxima potencia mundial, Estados Unidos.

Los dos periodos del Gobierno Uribe tuvieron avances en lo económico y en lo militar significativos, que no pueden desconocerse. La llamada política de Seguridad Democrática impulso la inversión de capitales extranjeros e impulso la industria a tal punto de crear varios cientos de miles de puestos de trabajo que arrastró la economía a unos PIB no vistos décadas antes. 


Si bien cierto que la imagen del país mejoró como consecuencia de la lucha frontal contra las guerrillas y el inicio de la pacificación de zonas rurales alrededor del país, también hubo mucho de zonas grises y negras que colocan a Álvaro Uribe Vélez en un lugar de la historia nacional no muy claro, con más dudas que certezas, y que le dan el infausto título de ser uno de los principales impulsores de las Autodefensas, que en un principio era ciudadanos armados que colaboraran con las Fuerzas Armadas.

No puede ser, que porque Uribe haya sido un mal necesario, tenga que perdonársele su oscuro papel en muchos hechos atroces que sucedieron en el país, que el 'todo vale' se haya incrustado en la psiquis colombiana de una manera tan profunda y dolorosa, y que él y su partido político, el Centro Democrático, se vendan cómo la única salida y la única solución a los problemas de Colombia.

En tiempos de Ivan Duque, su sucesor (y 'mandadero' como muestran todas las apariencias), su imagen sigue en el centro de la escena nacional, con el mismo afán de buscar de algún modo, perpetuarse en la silla de poder, tejiendo los hilos de sus propias ideas acerca de cómo debe direccionarse el país. Es la fiera imagen del poder detrás del poder, en espera del momento oportuno para lograr sus objetivos personales (bien personales), pues sus miras no van más allá de su fastuosa hacienda El Ubérrimo y de perpetuar en su progenie los privilegios y prebendas económicas que obtuvo y manejó a su entero antojo, mientras fue Presidente de los Colombianos.

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